Ser conscientes de nuestros actos y de nuestras responsabilidades,o "estar alineados" con la vida,significa fluir.
Fluir no significa no tener preocupaciones o no tener proyectos entre manos.
Significa que a pesar de los impedimentos, somos capaces de gestionarlos sin bloqueos que nos impidan avanzar.
Se trata de aceptar que la vida fluye, que los agobios no nos impiden la gestión ( de lo positivo y de lo negativo) y que interiormente sentimos tranquilidad y harmonía.
No supone que todo tenga que ir bien , a la perfección porque cabe la posibilidad de perder el trabajo, de que la pareja nos deje... Se trata de asumir que forma parte de la vida que se produzcan estos acontecimientos que nos duelen. En definitiva, afrontar las complicaciones es hacernos responsables de cómo queremos caminar por la vida. Es decir, fluimos.
En cambio, cuando nos bloqueamos y nos encerramos en nosotros mismos, la fluidez se estanca y no podemos ver más allá.
Personalmente, algunas veces, observando a personas de mi alrededor he descubierto que es posible “fluir” a pesar de las adversidades. Pero para darme cuenta de ello, me he tenido que observar a mi mismo, desnudarme interiormente y esforzarme en comprender que hay otras maneras de actuar y de tomarse las cosas.
Podemos ser honestos con nosotros mismos o podemos bloquearnos y no avanzar. La no aceptación de si mismo es un bloqueo importante. ¿Y si le damos la vuelta?
No podemos ser nuestro propio enemigo. Si lo que no nos gusta de nosotros mismos nos agobia, hay que intentar cambiarlo. Y, atención, jamás dejar de valorar las propias virtudes porque son las que nos ayudarán a fluir. Potenciémoslas!